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Cuerpos Muertos - Por Su Alter Ego y Estupidez: - 14 de diciembre,
2006
Hay personas
muy elegantes a las cuales no les hace falta vestir bien para intentar
llevar una imagen ficticia y autoengañarse con argumentos varios:
para un trabajo, para una relación, los se casi todos. ¡Por
Dios!, vayamos más al fondo de la cuestión.
En primer lugar, a día de hoy, la imagen se puede comprar con
dinero, cosa que el alma, espíritu, propio carácter
y personalidad no. Me acuerdo de un hombre, para mí el hombre
más elegante que he visto, que me dijo que la elegancia más
luminosa, natural y jovial es ser natural, la NATURALIDAD, y creo
que eso es algo innato, los demás son gañanes que intentan
reflejar lo que no son o lo que les gustaría parecer, es decir,
ellos mismos son su propio error, y muestran sus lugares más
odiados por ellos/as.
Miremos la moda, la imagen se puede comprar, es cuestión de
presupuesto, se puede comprar hasta la hormona del crecimiento, la
melatonina, y el alargamiento y anchura tanto de pene como de pecho.
No debemos olvidar que el vestir, salvo en el caso de las modelos
y señoritas de compañía, es diferente, tan diferente
que unas están enfermas y las otras son putas y reputas y Dios
las tenga en su gloria por mucho tiempo (me refiero a las putas),
al final la cosa se va a realizar sin ropa, lo que faltaba, que al
hacer el amor se hable de economía...hasta ahí llegaría
la broma.
Lo fundamental, se esté vestido o no, es estar, en el sentido
del ser, así estamos, porque así somos, y entonces sucede
que lo que queremos ser y lo que no siempre somos, y así cuanto
más lejos esté esta contradicción, es decir un
modelo del otro, más lejos estaremos de la realización
personal real y, más cerca de la crisis existencialista. Problema
éste derivado de la realización personal a través
de la imagen. Usted si quiere identificarse por alguna tribu urbana,
de clases, de etnias o las masas, todas ellas tontas por el efecto
rebaño, con connotaciones de inmadurez, (lean a Nietzche, en
relación a las masas) y a Marco Aurelio y, porque no, a Maquiavelo,
bueno en cualquier caso si desea entrar en estas clases, bienvenido
al mundo de las marcas, donde la imagen se puede utilizar como estrategia.
La elegancia o el estilo no son imprescindibles, pero nos diferencian
a unos de otros, cuando alguien lo reúne todo se dice de él
que es distinguido, un término que tiene sentido selectivo
y positivo.
El hombre distinguido, en una fiesta, cóctel o presentación,
estrenos y demás, acaba haciendo de la etiqueta un traje de
faena. Pero además por vivir en un ambiente proclive a la ingesta
etílica, aprende a poner buena cara cuando lleva una borrachera
de muerte y está a punto de vomitar. Además sus desordenes
neurológicos son más grandes por esa represión
o interpretación que la de las gentes sencillas, las cuales
se dejan llevar por cánticos regionales, chistes escatológicos
con risotadas estridentes, exaltación absurda de la amistad
con personas que acaban de conocer con un profundo desconsuelo acompañado
de un llanto histriónico, salvo que hayan sacado todo lo que
desea sacar del cuerpo de una manera natural e informal. El distinguido
es peor porque le sucede lo mismo sumando la represión y que
sus vómitos, al ser de aguante, son estilo escopeta y con pérdida
de verticalidad, demostrando al contrario, que sus maneras son patéticas
y ridículas.
Estos seres distinguidos dan importancia a detalles que a los demás
nos resultan invisibles, ellos conviven con situaciones extraordinarias
para el vulgo, que solo se topa con ellos de forma ocasional, un encuentro
especial, fortuito, como una fiesta de gala genera inseguridad, DOY
FE DE ELLO, miedo, temor al ridículo, EN DEFINITIVA, CUANTA
FALTA DE NATURALIDAD, y torpeza subsiguiente. Eso en el mejor de los
casos, en la persona educada y cauta, pues es sabido que la ignorancia
es muy atrevida, y no falta quien, no sabiendo donde se encuentra,
se sienta por encima de los demás y de las circunstancias o,
lo que es más frecuente, intente llevar la circunstancia a
su terreno convirtiéndose en el protagonista involuntario del
evento con un carácter socarrón, campechano, desinhibido,
PRETENDIENDO MOSTRAR COMO EL VINO DE SU PUEBLO ES EL MEJOR DEL MUNDO.
Y dando lecciones a los estupefactos comensales que le rodean sin
remedio de poder escapar de la situación, del fraude, de la
publicidad ridícula, del mamoneo y del timo de las marcas de
ropa.
Y además de todo ello, en clases que de verdad son profesionales
de la estupidez de la marca y del ego, se ha producido un fenómeno
para la clase judicial, impresionada profundamente por los hombres
hechos a sí mismos con grandes patrimonios y definen el hurto,
que perpetran estos personajes, como ingeniería financiera.
Envalentonados por la impunidad que le confiere su fortuna, y basándose
en el axioma “TANTO TIENES TANTO VALES” ESTOS GAÑANES, CONSCIENTES
DE SU PODER ADQUISITIVO, SE CONSIDERAN POR ENCIMA DEL BIEN Y DEL MAL,
Y POR SUPUESTO DE LOS QUE LES RODEAN, Y ANULAN CUALQUIER CULPABILIDAD
DE RECICLAJE O ADQUISCION DE CONOCIMIENTOS ELEMENTALES, COMO IR AL
BAÑO.
Así, desde la ignorancia se desprecia el estilo, haciendo a
los distinguidos más distintos todavía al convertirse
ellos mismos en modelos alternativos, exóticos y quizás
obsoletos.
El lector inteligente ya se habrá percatado del texto y de
que urge revisar su criterio estético en profundidad, desde
los calzoncillos hasta la goma de sus zapatos, peor sin olvidar algunos
matices, ¿quiénes somos? ¿Cómo estamos?
¿Cómo somos? ¿Y qué importancia tiene
ser o no ser? Exactamente igual que tener un primo japonés
y una zapatilla olvidada en Uruguay. El dinero no hace la felicidad,
porque al final la principal meta es encontrarse a gusto con uno mismo
y con conciencia en este mundo o en el venidero. Artistas, deportistas,
magnates, líderes, y gente de toda condición, emperadores,
fauna tropical, militares, profesionales del sexo, todos a lo largo
de la historia han sido conscientes del poder de la imagen como arma
sometedora. A fin de cuentas, el culto a la imagen no es solo un acto
de narcisismo, sino también un gesto de adulación al
receptor sensible, que se nutre de la admiración de la belleza
en la más evidente de sus formas y ya está.
Me gustaría que me tocara la lotería para rodearme de
estas personas en banquetes y todo tipo de eventos a los cuales me
dejen entrar, y ser partícipe para ser y demostrarles como
son en realidad unos mezquinos, egoístas, envidiosos, mentirosos,
miserables, fanfarrones, xenófobos, alcohólicos, puteros,
racistas, extremistas, guarros, zafios, groseros, pedorros y sucios,
y que es muy fácil sacarles sus fantasmas en la oscuridad,
las pequeñas basurillas de sus propias personalidades llevadas
a extremos de regocijo, exorcismo, mofa, cachondeo y NEGOCIOS OSCUROS.
Se me olvidaba, los pobres que acuden al gimnasio cada día
para fortalecer sus músculos, tomándose productos que
ni un médico facultativo sabría determinar el componte
activo llevan, estos chicos jóvenes que desean un cuerpo 10,
en realidad el 99% no entienden como se debe realizar la actividad
en un gimnasio, ni tampoco los monitores, sus principales proveedores
de proteínas, aminoácidos y demás. Para hacer
cuerpos 10 por fuera y basura y muerte por dentro, como los otros
de las marcas, qué más da. A quien Dios se la de, San
Pedro se la bendiga.
Las cosas cuestan, lo que cuesta ganarlas.
Recuerdo a aquel vagabundo de Budapest, con el cual me tomé
una botella de ron. Qué gran noche, hacia frío, estaba
nublado, nos entendíamos mirándonos a los ojos, espero
verle otra vez en mi vida y esta vez me quedaré con él
mucho tiempo.
Y SE ENCONTRO LA FELICIDAD EN UN HOMBRE SIN CAMISA. Y AMIGOS, EL MEJOR
NEGOCIO ES NO TENER NEGOCIO. Aunque hay quien se hace trampas jugando
un solitario.
¡¡¡Algunos dicen que Dios les hará ver lo
malo de sus actos, yo creo a veces que mi persona podía hacer
o facilitar una breve entrevista!!!!
Mira que cuerpo, que senos, que figura, ¿serán jóvenes?
Hacen un pacto con el diablo para parecer lo que no son. Aunque ¿qué
son?, si hacen caso a los anuncios ridículos con bellas damas
y caballeros con escotes de vértigo y abdominales perfectos,
las mujeres perfectas y hombres también, el paraíso,
todas y todos perfectos, felices, activos y creativos. Cocinamos bien,
pintamos mejor, se cuida a los hijos con facilidad y, por supuesto,
que tenemos tiempo para hacer algún estudio universitario,
y hacer el amor con lencería sexy y ellos sin viagra, vinagra
o biafra, como se llame.
Cremas antiarrugas, dietas que nos hacen más perfectos aún,
parches para todo: depresión, huesos, anorexia, falta de apetito
sexual, de todo, parches que no porches. Pero es lo mismo, porque
si algo falla está la cirugía que nos devuelve al esplendoroso
rostro y cuerpo que siempre soñamos. ¿Pero ganamos de
verdad al tiempo? Le pedimos una prórroga a la vida, la arruga
ha dejado de ser bonita, el lunar de mi amor platónico MARILYN
MONROE ya no es erotismo, ¿habrá cremas o cirugía
antiestupidez y para el fortalecimiento de la inteligencia?
Los estupendos/as pueden llevar una vida aparentemente buena, pero
quizás y lo digo porque lo se, siempre caerán en el
vacío de que algo les va mal en su cuerpo y en sus vestidos.
Demasiado tiempo perdido, y también quizás las arrugas
y las cicatrices, una buena muestra de orgullo DE HABER VIVIDO, como
un tatuaje sexy de la vida, sin MENTIR, FINGIR, TRAICIONAR, ENGAÑAR,
SOBORNAR, VENDER, HUIR, HERIR, DAÑAR, ESTAFAR, AMENDRENTRAR,
DELATAR, DESPRECIAR, CONSPIRAR, ACUSAR, MANIPULAR, FALSEAR.
Leo con estupor en el reportaje belleza del bisturí, que los
cirujanos creen que con las operaciones estéticas das una calidad
de vida a pobres deformes marginados por irregularidades faciales
o corporales y que cumplen un cometido social como garantes del bienestar
emocional del país. Para el bienestar emocional hay otras garantías:
acompañar a Alonso Quijano en sus alocados y tiernos espejismos;
entender la angustia celosa de Otelo; seguir los pasos indecisos de
Dante, Virgilio y Beatriz por el infierno, el purgatorio y el paraíso;
sentir la pasión de Ana Karenina; abandonarse con el descontento
de la señora Boray; sufrir con Colometa los envites de la pobreza
en tiempos de guerra; vivir el destierro del Cid; embarcarse con Ulises
o con los argonautas por el Mediterráneo; convertirse en cucaracha
de Samsa, vender la propia alma al diablo con Fausto, enamorarse con
Romeo y Julieta; ser La Regenta, Hamlet. Todos estos y muchos más
(no la vanagloria de una frente planchada, unos pechos turgentes o
unas piernas marmóreas) garantizan el bienestar emocional,
la seriedad del espíritu, la pasión del alma y la paz
social.
El último párrafo fue escrito por Jordi Castells Cambray
(Barcelona), las frases de abajo, son de sabios filósofos.
Yo humildemente sugeriría otros escritores, filósofos
o novelas, pero está claro que el bueno de JORDI sabe lo que
dice con el alma.
El calvario empieza con el presupuesto. Todos hemos de hacer un presupuesto
para poder afrontar el día a día y ese es el primer
problema, porque muchas familias no están para presupuestos
extras. La sociedad de consumo es cruel, mete a quien lo desee en
una espiral de la que no pueden salir, niños, adolescentes
se ven seducidos por ese pastel seductor del consumo aparentemente
fácil y les atrae de forma irresistible. Sería bueno
comparar la sociedad de consumo con países de Sudamérica
o África, donde existe el hambre, aunque parezca demagogia
barata, si se piensa bien y meditando se llora, pero no tenemos tiempo
ni para eso, llorar, total ¿para qué? para amargarnos.
Pues estoy pensando en ir personalmente para ayudar en lo que pueda
a un país necesitado, y a sabiendas de que en España
también se puede ayudar, me he desengañado cuando he
visto la verdadera pobreza de aquellos países, es otra historia
muy diferente. La diferencia es abismal. Cada uno/a que reflexione
si lo desea y que actúe como quiera por supuesto. Quizá
me está llamando Cristo a la puerta, porque si he vivido bien
antes, ahora es justo devolver algo a la vida según mi pensamiento.
Ya lo sabes amigo/a:
Con el dinero podrás comprar una casa, pero no un hogar.
Podrás comprar un reloj, pero no el tiempo.
Podrás comprar una cama pero no un sueño.
Podrás comprar un libro, pero no el conocimiento.
Podrás pagar a un médico, pero no la salud.
Podrás comprar una posición, pero no el respeto.
Podrás comprar la sangre, pero no la vida.
Podrás comprar el sexo, pero nunca el amor.
El futuro pertenece a quienes creen en la belleza de sus sueños.
Hay dos clases de personas, las que viven hablando de las virtudes
y las que se limitan a tenerlas.
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