17 de octubre, 2009

Nueva llamada y al “trabajo”, sábado por la noche, un día extraño para esta profesión, ya que las mujeres ese día paradójicamente pueden salir a cualquier discoteca e ir con algún hombre que siempre las puede subir la autoestima con piropos o intentando ligar con ellas. Yo a mi cometido, se tratada de un primer piso con vistas a una rotonda típica y mítica de Madrid, cuando me acercaba vi luz y juerga que desprendían por las ventanas grandes de la casa en cuestión, llamo a la puerta y me recibe una Noruega de Oslo, le digo que soy yo el “paquete” se ríe y me hace pasar. Había unas 20 personas en el piso, casi todos nórdicos y entre ellos algún español listillo, velas, y fumaban hachís. Los chicos eran guapos, para mi memoria quedará que eran una pequeña secta de Leonardos di Caprios, entonces ¿qué hacia yo allí? Con chicos tan guapos, ellas tan sexys, algarabía, buena música, y bebida, me invitaron a sentarme en un sofá, junto con los fumadores de porros y me sirvieron un cóctel, me encontraba arrinconado en un espacio, espíritu y alma, los chicos eran fríos con esas chicas tan guapas, y vestían fashion fashion.

Ya en unos días te das cuenta de que no eres muy normal y que tu vestuario ha cambiado, un reloj falso, una cadenita de oro por el cuello, una pulserita también de oro en la muñeca, y hasta tu ropa interior, un tanga rojo, colonias agradables y alguna depilación.

Pasó una nórdica junto a mi, y me dijo: cuando acabes la copa, me lo dices que estaré por las habitaciones. Otra vez el corazón al borde del ataque de ansiedad, acabé la copa tan pronto como pude, es decir de un trago, y me dirigí a la joven que me invitó a pasar a una habitación con una cama enorme y limpia, y me señaló con la mano un espera. Fueron 3 o 5 minutos pero me parecieron 6 meses, y entonces entraron 3 chicas a cual más bella, y me pensé que había triunfado como la Coca–Cola. Se tumbaron en la cama mientras yo repostaba en un cómodo sillón. Me preguntaron ,¿qué sabía hacer? Me salió del alma, las contesté que lo mejor que sabia hacer era jarrones de flores, que mi vocación era alfarero, lo entendieron pues entre el inglés, y ellas que estudiaban el español muy aplicadamente nos entendimos. Comenzaron a reírse, y seguí con la broma, las dije también que había sido campeón de dardos en Nueva Orleans, más risas, hasta que llegó el momento en el cual me preguntaron ¿has visto la película Full Monty? Mi respuesta fue que sí, no en vano soy un cinéfilo empedernido.

Inmediatamente me comunicaron lo que querían, y yo pensando en que esa sería mi gran noche de “amol” tenía que hacerles el baile de Full Monty, y como comenté anteriormente ya uno va preparado, llevaba un tanga negro, pusieron la música y empecé a moverme intentando imitar el baile susodicho y creo que no iban bien las cosas. Rápidamente cambié a un zapateado español descalzo y a dar palmas hasta con las orejas, solo tenía un tanga, pero por las risas y la emoción de la música, pues trajeron unas botellas de vino, que yo sabía que era de los que suben a la cabeza muy rápido, pues bien, me quedé como mi madre me trajo al mundo, desnudo y bailando. Las chicas se morían de risa y yo bebiendo de un trago cada copa que me invitaban, y así trascurrieron 2 horas.

Cuando finalizó el espectáculo, estaba con la líbido y los testículos como el estadio del Valencia, mestalla. Se quedó una y sentada sobre la cama, me preguntó que si le gustaba, creo que la besé y no recuerdo más. Amanecí sobre las 9 y estaba durmiendo con una chica que no había visto en la noche, me levanté y me fui, sin pedir mi tarifa, me dolía la cabeza horrores y todos estaban dormidos sobre el suelo con cantidad de bebida desparramada por la casa y lo cachondo de todo, es que salí bien vestido y me di un pequeño lavado de cuerpo, pero abajo estaba esperando el portero, de los cotillos que gruñen y en este caso con razón ,y sin mediar palabra, comenzó a gritarme, sinvergüenza, depravados, no tenéis respeto, y mucho más. Como el señor tenía razón y me dolía la cabeza, no le solté un hostión a la marinera y me fui a descansar.

Llamada de madrugada, sí, soy yo, la dirección y el protocolo, me dirijo al lugar, llamo al telefonillo y no contesta nadie, voy al portal de al lado y tampoco, estaban muy juntos y estas cosas pasan, llamo por teléfono móvil y no estaba operativo, me entraron las dudas, por si se trataba de una trampa, de una broma, te pasan mil cosas por la cabeza, insisto con los nervios a flor de piel, y nada, pensé que el telefonillo estaría estropeado o que habría salido la cliente a comprar el pan, frutas, plátanos, o que sabía yo, el caso es que mi decisión estaba tomada, cuando alguien entre en el portal paso yo y subo hasta su mismo piso que era su dirección, un 7º.
Y así fue, una pareja abría la puerta y cuando se iba a cerrar metí la patita, ya estaba dentro del edificio, y esperando el ascensor, comenzaron los nervios, la situación era muy extraña, subo al 7º piso y me encuentro 3 puertas, miré mi papel de la dirección y no había apuntado la letra, es decir me encontraba en un edificio que no estaba seguro de que fuera el lugar correcto, había entrando como un ladrón casi, y entre tres puertas no sabía a cual llamar a las 10 de la mañana. Yo juraría que era la B, pero no se por qué a día de hoy, al final llamé a la A, que además tenía servicio de vigilancia y de un color distinguido a las demás, un blanco imperioso, con unas cerraduras de color oro.

En fin que llamé, tardaba en abrir, llamé otra vez, y me abrió la puerta una señorita, que solo puedo decir ¡Dios mío! Rubia y con un cuerpo de modelo, de cuerpo sano y serrano con la sonrisa en la cara, una mujer que no sería bueno nuestra mujer como esposa, el sufrimiento sería peor que cualquier tortura, y a mi los celos no me importan.

La pregunté es esta la dirección y su nombre es… le expliqué la situación con mucha vergüenza y me dijo que no era ella y que no sabía como ayudarme, le pedí perdón de corazón y que lo sentía mucho, en esas situaciones puede pasar de todo, como así fue. Cuando bajaba por las escaleras a la velocidad de la luz, escuché, – perdona-. Me paré y conteste ¿si? Puedes subir un momento, y subí con el rabo entre las piernas. Me dijo-si lo deseas puedes pasar-. La dije sin vergüenza, ¿me vas a matar? Ahora es cuando me das una manzanilla y metes el veneno preferido, comenzó a reír, -nada de eso, pasa-.

Llevaba puesto un vestido de color rojo con flores blancas, la pregunté, por lo ordenado que estaba el piso y la cantidad de libros que había, que si era un bufete o una casa despacho de algo, me contestó que no, que se compró ese piso con los ahorros de haber sido azafata y su carrera de dirección y administración de empresas, me enseñó la casa y en el ático tenía jacuzzi, y más abajo una sauna, en la misma habitación de la pequeña sauna, una camilla para dar masajes. Me comentó que había estudiado también algún curso de fisioterapeuta. Muy bien todo, volvimos al sofá, y sin mediar palabra se puso sobre mí, se quitó el vestido como el mago Merlín, y me besaba como una loca, me preguntó que si tenía condones, – sí claro-, pues cuando me quise dar cuenta ya tenía uno puesto, me llevó a una cama y pasó lo que pasó, pero 3 veces a las 10 de la mañana, hasta las 12,30 más o menos. Menudo desayuno, no paraba de reírse, yo era un juguete para ella.

Luego hablamos muy sinceramente de esta situación, su vida íntima, pero no iban los tiros por ese camino, me explicó mi querida, llamémosla María, cómo son las mujeres, tenía unas mínimas nociones, que son muchas, para lo poco que el hombre común, yo, gañan sabe, pero esta mujer me dio el secreto de las mujeres, respecto a lo que desean, cuándo, cómo, y con quién, las señales inequívocas de cuando te desean, lo mejor que puede hacer un hombre con ellas y, sobre todo, la fantasía más común de una mujer, y solo puedo decir, que una vez en el ajo, no las importa la altura, calvo, o pelo largo, es otra cosa más relacionada con la personalidad del hombre, lo que ellas con su instinto súper desarrollado, lo huelen, lo saben y si desean cumplir su deseo, utilizan los trucos más increíbles que nunca pude imaginar, así que para mi fue el Harvard de las mujeres, María. A los pocos días, según ella, se iría al norte de España, fuera o no verdad, nunca la molesté más, y espero que no cumpla más fantasías.

Rin Rin , el teléfono, ¿puedes venir a la calle…? Sí, voy a la casa, que curiosamente estaba justo al lado de mis cines favoritos, me reciben dos chicas como si fueran unas recepcionistas, y las comentó el tema por el cual estoy, se ríen y me dicen que si tengo disfraz, ¿de qué? A bueno, no te preocupes, pasa y pregunta por la señorita Y. Así lo hago y me encuentro en una habitación fría y sin muebles, a su vez me da un disfraz de sadomasoquista, y me dice que si no me vale que me traerá otros.

La casa parecía el pasaje del terror, estaba llena de televisiones con cine erótico y porno, bueno el caso es que me disfrazo de negro con una caperuza que me ardía la cabeza del calor, quizás era una talla pequeña o mi cabeza es muy grande para esas faenas.

Me dicen las señoritas de arriba, pues subí para saber mi cometido, que me dirigiera por una parte de la casa, la verdad, las chicas no paraban de reír, como se lo pasaban las cachondas, y hacia allá que voy. Me encuentro un tío atado de pies y brazos junto a una pared y una mujer dándole con una fusta, saludo a la mujer, me presentó y me susurra al oído lo que debería de hacer -¡madre mía!- dice la señora al hombre, has visto al guardián y no le has saludado, ¡zas! Latigazo en el pecho. El señor me dice -hola mi amo, soy una escoria y me llamo Samanta-, échale cojones. Le digo, pues que sepas que tu comportamiento es de un miserable, y lo vas a pagar caro, la señora le da la vuelta y le desata las manos, el señor tenía un disfraz con el culo al viento y la señora le decía, ¿verdad que no lo volverás a hacer? No mi ama, contestaba el pájaro de cuentas, y ahora bésale los pies al guardián, y el señor con otro ¡zas! y ¡zas! sobre su culo, me besa unos zapatos, más bien me los lame.

Señor, me dice, haré lo que me pida, la señora mientras ¡zas, zas! en el culo, le digo -serás crucificado con anillas en los pezones y se te clavará una corona de espinas-, que era un artilugio para la ocasión, y se colocaba a la altura de la cintura, que apretaba la mujer y dejaba una marca de guerra, y así lo hizo, la señora mientras le clavaba los artilugios le preguntaba, -¿te gusta Samanta?- Contestaba – sí mi ama-.

Vi algo de sangre sobre su abdomen y me estaba mareando, por el calor y por la sangre, otra vez le pegaba, y le daba de beber en un cacito para perros. A todo esto, el cliente – sí mi ama, gracias- ¡zas zas! en el culo, y le exige que lleve al guardián sobre sus espaldas por la habitación . Yo subido encima del desgraciado enfermo, me indica la señora que me tire, lo hago y le reprende con unos ¡zas zas!, pídele perdón al guardián y bésale los pies y otra vez a los pies y lamiendo unos zapatos prestados para la locura en cuestión. Bueno así durante más de una hora, hasta que acabo.

La señora me dio las gracias, y mientras el cliente se duchaba, comencé a hablar de este mundo. Me aseguró que me quedaría asustado de la gente importante que va a que le hagan esas cosas, yo le seguía la conversación de que no están bien de la cabeza, me dijo, pues ya sabes quien nos maneja los asuntos de hacienda, la justicia etc.…Porque aquí vienen desde abogados ilustres, hasta algún congresista.

La pregunté que si se reía por dentro, dijo que era increíble que por pegarles la pagaran, pero que debía de tener cuidado, porque algunos desean cosas que les podría causar la muerte. Me enseñó unos zapatos de punta, y me dijo que muchos desean que les pise con esos zapatos, la cuestión es que esos zapatos tienen una punta súper afilada, y es peligrosísimo. Me contó que un día fue un gallego la llevó chorizos, quesos y leche de su tierra, y ella pensó que era una manera de regalarla algo, pero era para que se los metiera por el culo y con el queso empujara, luego que le desparramara la leche por el cuerpo con el chorizo dentro de su cuerpo y el gallego con la boca abierta bebiendo la leche de su pueblo. Y así me comentó muchas cosas más. Me hice amigo de ella, un día fui a visitarla, pero ya no era un local para tal efecto.