08 de Abril, 2012

Era martes y tocaba ir a la terapia de grupo, donde todos reunidos nos contábamos las cosas de la semana y si lo consideramos oportuno nos permitíamos el lujo de dar algún consejo a nuestros compañeros, quizás para que saltase por un balcón de una vez por todas o quizás para que ese día durmiera bien por la desgracia de los demás con sus penosas historias.

Pero ese día, la profesional, que se llamaba Cruz, nos dió una sorpresa comunicándonos que fuéramos a otra sala contigua, en la cual practicaríamos unos trucos de relajación, además de otras nuevas prácticas para crecer como personas y seres humanos.

Comenzamos a dar vueltas sobre una sala grande, éramos cuatro pobres desdichados y dos chicas también pasando por un pequeño bache, caminábamos al son de Cruz, la cual mandaba parar o andar más rápido con una palmada para que nuestra atención y concentración se desarrollara más y mejor, pero sería difícil quitarnos de encima ese alma desalmada de nuestros tiempos pasados, ¡¡coño!!, por eso mismo estábamos en una terapia de grupo, por haber consumido actos, llamémosles impuros, no gratos para otras personas, en desacuerdo con la leyes establecidas vigentes, y sobre todo en contra de nuestro yo superior, el bueno, el digno, el casi nirvana.

Cuando estábamos caminando y parando, era el ejercicio, Cruz nos mandó coger un pañuelo a cada uno, había dejado seis, porque éramos seis, y cada cual debía de coger uno del color que fuera, y así se hizo.

Cada uno llevaba un pañuelo de un color, seguíamos caminado y parando, pero con los sentidos en alerta por si Cruz nos daba alguna indicación acerca de los pañuelos, y así pasó, nos dijo que estuviéramos concentrados y atentos, pues comenzaría el juego, la terapia nueva, el ejercicio para ser personas íntegras y gozosas de esa felicidad escondida, y de este modo, preguntó rápidamente ¿Fito, a que te recuerda el color del pañuelo que llevas? Su color era granate, Fito contestó con la rapidez de un hiperactivo, no se, no se… a un tanga y a su vez lo soltó de sus manos, como dándole asco, parecía que lo vivía, Fito era muy expresivo e hiperactivo, por lo tanto era comprensible su reacción.

Siguió el juego con algunas risas, y Cruz preguntó a Mm. (nombre ficticio), Mm. ¿a qué te recuerda ese color?, su color era amarillo, y contestó, a una pelota, Mm. era un entusiasta de los felinos, le gustaba mucho hablar de gatos, linces, tigres, era todo un especialista en esos animales tan curiosos como bonitos, pero contestó algo extraño, el color amarillo le recordó a una pelota, aclaró que tuvo una pelota de playa cuando era pequeño y que un buen día se le perdió entre las olas del mar en la costa levantina, y desde entonces sueña con pelotas amarillas, pues con aquella pelota amarilla pasó unos veranos maravillosos, por lo tanto, sombrerazo para Mm. por su valentía al contar algo tan profundo y privado sobre él mismo.

Prosiguió la terapia y preguntó a Ayahuasco, su color era verde, Ayahuasco acostumbrado a beber unas copitas de anís por las mañanas, un confeso consumidor de sustancias de Sudamérica, relacionadas con el espíritu y chamanes, contestó, al sol, nos quedamos estupefactos, sin aliento, no podíamos creer lo que habíamos oído, el color verde le recordaba al sol, nos comentó para dejarnos más tranquilos, que era un sol que había visto en Perú al atardecer y que lo vio desde un bosque, aquel sol tenía un color verdoso, Ayahuasco era cabezón, había perdido dos pisos jugando a las cartas y su problema eran las copitas de anís mañaneras, y su añoranza por la marihuana del Perú, pero seguro que saldría de aquel agujero porque tenía una gran fuerza de voluntad, ya había cambiado las copitas de anís, por una copita de ron con limón, con su pajita y su menta.

Le preguntó a Tino, era un hombre el cual según él mismo reconocía, no podía con su ex mujer, le llamaba tonto todos los días, a las tres, a las seis de la tarde tomando el cafecito, e incluso a las cuatro de la madrugada, y llegó a creerse que era una persona inútil, no tenía autoestima, tomaba más de 8 medicamentos para poder seguir adelante, el amor que le profesaba a su hija era su mejor aliado en esta contienda, al preguntarle Cruz por el color y su relación, tenía el color blanco, Tino contestó, me he quedado en blanco, todos nos reímos, pero el bueno de Tino, replicó, no es un chiste, es que me he quedado en blanco de verdad, no relaciono el color blanco a nada, en ese momento nos quedamos los presentes un poco desanimados, y susurramos, Tino está herido en su orgullo y algún día se le nublará la vista y solo Dios sabe de lo que es capaz de hacer este noble y buen hombre.

Esta vez le tocaba el turno a Carmina, era una chica a la cual le entusiasmaba colarse en los museos, en el metro y en todo lo que podía ser colado, le gustaba colar algunas cosas de sus país de origen, Honduras, a España, era una profesional en el arte de colarse y colar cosas, pero la perdía su animadversión hacia la policía, vigilantes jurados y demás cuerpos de seguridad del estado, era su punto débil, en cuanto veía a uno de ellos, le insultaba como si estuviera poseída por un ente dentro de sí misma extraño, cuando Cruz la preguntó a qué le recordaba su color, era el marrón, contestó sin dudar, a una maleta, justo a la maleta con la que pasé por el aeropuerto de Colombia a Nicaragua 8 kilos de tomates rellenos, y conseguí comprarme una casa en mar de Plata en Argentina, gracias a aquellos tomates rellenos. Sin duda era una chica lista y audaz como ella sola, con Carmina se podía ir tranquilamente a Las Vegas, porque sabías que ganarías algo de dinero, bien por el juego, las trampas, los timos, o las armas de mujer, saldrías ganando dinero y quizás y solo quizás alguna hostia por ser tan tonto de irte con esta mujer.

Tocaba el turno a la otra chica, Martina, era una mujer insaciable, fumaba todo lo fumable, hasta tabaco normal, tenía un coche de lujo y no trabajaba, todos sospechábamos que trabajaría haciendo masajes o algo similar, el caso es que montar en su coche era una delicia, a su lado, el que montaba, parecía un mantenido por una narcotraficante mayorista de barcos llenos de polvos blancos, muy malos para la salud, a ella le subía el ego y la gustaba que los hombres se fijaran en su coche, sobre todo en la parte delantera que la había pintado de color carne.

Le tocó el color azul, y cuando Cruz la preguntó por ese color y su relación, contestó: sin lugar a dudas, me recuerda a una cosa que tengo en mi habitación. ¿Qué cosa? Preguntamos al unísono todos, y contestó que a un cuadro en el cual estaba dibujado un pitufo, nos dimos por satisfechos y proseguimos con el ejercicio en cuestión.

Le tocó el turno a Ele, era un personaje curioso, pues le gustaba hacer cajitas de madera, grabarlas algún dibujo y barnizarlas, para luego regalárselas a las chicas, decía que de 500 que regalaba, tres chicas le llamaban para darle las gracias, era su ecuación, cada 500 cajas, tres le compensaban de la forma que creían más conveniente, el caso es que tenía una novia en Cáceres, a la cual adoraba y ambos salían de compras casi 5 horas al día, se veían dos meses al año, pero las compras eran obligatorias y obligatorio que pagara él las mismas, era un chico feliz en apariencia, solía ir a natación una vez al mes porque le gustaba tomarse el deporte con calma.

Su color era el negro, y cuando fue preguntado, contestó que le recordaba a una vela, era una vela negra que se utilizaba en un pequeño pueblo de sus abuelos y que cuando se encendía en una habitación del pueblo, llamada la habitación de los horrores, los más lanzados del lugar solían bailar sobre corderos degollados y alguna gallina con el pescuezo retorcido, era una fiesta para que un ser superior, llámese lluvia, sol, o dios, les diera buenas cosechas ese año, así era Ele, un chico sin pavor, con novia formal aplicado en el deporte y con su chispa de picardía con el arte de hacer cajas de madera con nombres grabados y barnizadas para regalar a 500 chicas cada 3 meses y luego recoger su cosecha con el aprecio de no menos de tres de ellas.

Esta vez me tocaba el turno a mí, y lo peor era que no podía escapar, todos los demás habían realizado el trabajo de decir según el color que les tocó, la relación que guardaba con un objeto o algo similar, al preguntarme, mi color era el rosa, estaba confundido, espeso, me notaba frío y la cabeza muy caliente, además sabía que todos los presentes habían desahogado sus penas según la terapia y habían sacado dentro de su cuerpo parte de sus males. Cruz me preguntó con una voz dulce, tuve que respirar hondo y profundo y soltando el aire contesté sin más, no se podía demorar más el ejercicio, este color me recuerda a un elefante. Rápidamente noté la desaprobación de los compañeros y sus bocas abiertas, al igual que sus rostros compungidos, un silencio lleno de dudas y unas miradas de rabia, asco y desconsideración hacia mi persona, no sabia qué hacer, ni qué decir, solo esperaba a que alguien dijera que se había acabado la hora, me preguntaron ¿a qué elefante? Y yo les contesté: a un elefante que me tocó en el roscón de reyes como premio y todos aprobaron más o menos mi versión, a pesar de que Mm. se dió un hostión contra un espejo y a Ele se le cayeron las gafas y él mismo se las pisó, pero todos ellos supieron que mi respuesta era comprensiva y de esta forma y manera acabó la terapia y todos a sus casas como buenas personas.

Pasados unos meses, llegó a mis oídos que una de las chicas, Martina, estaba siendo tratada en un hospital psiquiátrico, y que no dejaba de pintar elefantes rosas y pitufos azules, Mm. había recaído en el temible mundo del alcoholismo, Ele había dejado de hacer cajas de madera y dedicaba gran parte de su tiempo al trabajo con el cristal, también había dejado a su chica de Cáceres por una joven de Ho Chi Min, una vietnamita que deseaba aprender español, Carmina se estaba preparando unas oposiciones para la casa de la moneda y timbre y compartía su vida con un vigilante jurado del metro de Madrid, dos años antes la había dado una hostia y esta le dió dos, fueron a juicio y parece ser que saltó la chispa del amor.
Fito, que en aquel entonces era hiperactivo, consiguió calmar sus ansiedades y depués de trabajar 5 meses en el aeropuerto como cargador de maletas, un día triste, frío y grisáceo consiguió su sueño, por fin pudo pagarse un vuelo a Venezuela para poder regentar un bar de copas en Caracas.

Mm. después de haber visto documentales hasta que le sangraban los ojos de animales relacionados con los felinos, decidió que su vida estaba muy lejos de Madrid y, de esta forma, emprendió un viaje hacia Asia, no se sabe que es lo que hace, algunas personas dicen que trabaja como chofer para turistas entusiasmados en el mundo de animales, el caso es que desapareció y cumplió sus sueño, estar cerca de los animales.

Ayahuasco encontró un trabajo como conserje en un edifico de gente con mucho dinero y lo último que se sabe de él, es que tuvo una pelea con su compañero de nacionalidad rumana por una propina de 50 euros que le ofreció una folclórica y no querían repartírsela y sí partirse la cara, fueron a juicio y Ayahuasco tiene todas las de perder según su abogado, porque tiene el cerebro sin neuronas de tomar sustancias en Perú.

En cuanto a mí, ¿qué puedo decir?, para mí estar con estas personas fue de gran alivio, entendí qué es la locura plena, una locura sin ataduras, con remordimientos, supe qué es estar loco, y qué es estar más loco todavía, a día de hoy guardo buenos recuerdos de aquellos gloriosos días de terapéuticos y cuando estoy triste pienso en mis compañeros, en su felicidad, y sé que ellos piensan en mí, y eso es lo que importa.

Cruz continua haciendo terapias para personas con pequeños o grandes baches en sus vidas y lo hace muy bien, porque todos suelen desaparecer de esa terapia, sea viajando al extranjero o sin dejar huella en España, el caso es que se van y eso dice mucho de la buena profesionalidad de Cruz, hace que el cuerpo se active y la mente viaje en el espacio y en el tiempo.

Creo que al comienzo de este escrito dije seis personas y en realidad han aparecido siete contando conmigo, bueno un personaje más no importa ¿o sí?

SONREIR ES UNA MANERA MUY ECONOMICA DE RECIBIR SONRISAS Y CREARTE UN ENTORNO GRATO. CUANDO TE CRUCES O HABLES CON ALGUIEN SONRIE.