11 de febrero, 2010
Corrían tiempos en los que aquellos que eran los más listos o hábiles en alguna actividad no solían quejarse ni de la época, ni de las circunstancias que les rodeaban, sabían que explotando aquello que bien sabían , podían vivir holgadamente y además de un “trabajo” que les gustaba. Este era el caso del gran BUITRAGO.
El gran BUITRAGO, con una buena pose, siempre con una gran elegancia con sus vestidos, quizás esta causalidad era porque sus padres regentaban una sastrería y a estos les gustaba que su hijo vistiera de punta en blanco, el caso es que llamaba la atención por su elegancia y finura.
Buitrago, tenía una complexión fuerte con una altura de 1, 75, que con su cara de niño, un taco de villar en su mano, y en un cenicero su cigarrillo de la marca Chesterfiel, le hacían parecer de esas personas a las cuales, los que les observan, les recorre un escalofrío por el cuerpo. Esto sucedía en los billares VARELA, donde algunos intrépidos valientes le retaban a alguna actividad de los billares, tales como el billar, el futbolín, (en el cual jugaba él solo) o al ping pong. Eso sí, la condición indispensable era tener dinero, o un gran fajo del mismo, tanto o más que el gran BUITRAGO, el cual de vez en cuando sacaba de uno de sus bolsillos, no se sabe si para amedrentar al contrario o bien para llamar la atención de algún incauto jugador impetuoso.
Buitrago siempre jugaba por dinero, jamás jugó ni una sola partida a algo en lo cual no estuvieran grandes sumas en juego. Nunca mostraba sus cartas al contrario, y no le importaba irse a casa ya por la noche sin haber realizado sus ganancias en cuestión, suponía que el día siguiente sería mejor, ya que había días en los cuales se pasaba casi todas las horas del día y de la noche jugando y con ello ganando un buen sueldo que le hacia la vida muy placentera, con el beneplácito de sus padres, a los cuales no les importaba la actividad de su hijo, pues sabían que era un ganador nato en todo aquello que se proponía.
Algunas veces también jugaba al póquer o cualquier otro tipo de juego de cartas, con una suma mucho más elevada, eso lo sabían unos pocos que podían acceder a dicha información, mediante unos contactos con personajes del teatro.
Jugaba desde la noche hasta la madrugada, con grandes artistas cinematográficos de la época, a los cuales desplumaba de su ego y de sus bienes personales, pero en algunas ocasiones y como no podía ser de otro modo, perdía gran parte de sus recaudos feudales de un mes completo. De cualquier modo lo importante para BUITRAGO era la acción, porque sabía que con tiempo suficiente y su gran disponibilidad para el juego siempre tendría una vida despreocupada, pues nunca le faltó nada que no quisiera conseguir.
Tanto llegó su nombre por las calles de Madrid, que el mítico y buen jugador de billar campeón de Castilla, conocido por su apellido CASTILLO, fue a conocer a BUITTRAGO y como no al billar con fuertes apuestas, ya no solo entre ellos dos, también entre la chavalería, que entre las columnatas y rincones de los billares VARELA, miraban con asombro, respeto y admiración cada movimiento de muñeca, la forma de fumar de Buitrago, la magia de Castillo, la placidez con que el uno y el otro miraban la carambola de su rival, la luz que se cernía sobre sus rostros por la lámpara cubierta con una mampara que caía sobre la mesa de villar, y al terminar la partida, como unos caballeros se estrechaban las manos, y los zagales se escondían en los baños para no ser vistos por estos jugadores grandiosos, y es que Buitrago siempre jugaba en la mesa más cercana a los aseos, dicen que era porque al transitar más gente cerca de la mesa, siempre caería algún incauto, o para dejar que los chicos vieran como jugaba y a al vez que les valiera para esconderse, también que era propio de un plan perfectamente diseñado por el GRAN BUITRAGO, para expandir su fama.
Pasado un tiempo quiso probar su suerte en plena madurez de éxitos en grandes casinos, Montecarlo, Las Vegas etc. pero la suerte le cambió, pues ya no era el niño que ganaba en los billares Varela y poco a poco se fueron diluyendo gran parte de sus dotes, al igual que su suerte y no se supo más de el y se diluyó su figura poco a poco…
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