31 de Julio, 2013
Nos podemos encontrar con una chica de ojos verdes con un cuerpo esculpido de seda por fuera, con una maestría interpretativa y una portentosa naturalidad y seguridad que nos deslumbra como una diosa, pero cuando se convive con ella, después de una semana nos podemos dar cuenta que su lucidez mental brilla por su ausencia, que sus circunstancias encontradas y buscadas por ella mima son de extrema fatalidad, su interior está dañado por el uso y abuso de las drogas y nos preguntamos ¿cómo una mujer tan bella puede destruirse de esa forma tan brutal? No lo sé.
Prefiere estar tirada en un vertido de basura que en la mansión de un millonario al cual podría atraer por su portentoso cuerpo escultural ¿por qué? No lo sé, desea estar conmigo y yo con ella y no sabemos por qué.
Por mi parte se necesita mucho coraje y estar alucinado con esos ojos verdes de princesa para estar junto a ella y por su parte necesita estar en erupción onírica y anestesiada para estar junto a mí.
Hace tiempo que huyo de la gente supuestamente erudita porque no creo en ellos, y me voy al otro lado del río para dejar impresionarme por la gente normal, la princesa de ojos verdes que no es normal precisamente ni erudita, no lo necesita, es diferente.
Tiene un valor de la tristeza espiritual que le hace valorar su importante decadencia de su creación artística como cuando pinta un cuadro y la observo, es entonces cuando el tiempo se paraliza, el mundo se congratula de que estas personas estén vivas y necesita de ellas para alimentar a los otros, a los del otro lado del río, la paz que encuentra uno envuelto cuando observa a la chica de ojos verdes pintando es tremenda, no se puede comparar con nada, ni mil orgasmos juntos superaran la dimensión de ese estado espiritual donde el tiempo es intranscendente, todo es vida y luz sosegada con música celestial, es algo superior, que lamentablemente quienes no lo han vivido y experimentado no puede entenderlo, porque si ese fuera el último instante de una vida valdría la pena morir en ese momento.
El momento melancólico y el mérito obsesivo de la perfección, una sonrisa desmotivada y continua de una mujer compasiva, lúcida, atormentada y estoica que sobrevive gracias a tener una mirada más grande que el paisaje y que cuando finaliza una pintura continuamos el día y volvemos a escuchar la dichosa voz que nos hace regresar irremediablemente a la vida real, a un lugar privado, banal, hedonista, salpicado por la droga, las frivolidades, los excesos absurdos sin límites, ambos sabemos que nuestro interior esta desolado, lleno de gente desencantada por nuestra aptitud de no saber sacar hacia fuera nuestro desbordante talento, al menos quedará eso, la pintura en los cuadros y este recordatorio hacia la princesa de ojos verdes.
De vez en cuando nos podemos encontrar una nueva amistad, por ejemplo en una biblioteca, puede ser una chica con una mirada hipnótica, nos llama a la atención y esperamos el turno para intercambiar unas palabras, sentimos las virtudes de esa joven nada más comenzar las primeras palabras.
Otro día la conversación es más profunda y a su vez más inocente y es entonces cuando nos percatamos de que existen las mujeres fatales, ese imán que casi todos los hombres caen en él, que nos atrae y no sabemos muy bien por qué, y algo en nuestro interior nos dice que todo saldrá mal de un modo u otro pero nos encanta poder catar ese manjar lleno de entusiasmo y pasión.
Su pasado es de extremos, poco y nada, mucho e intenso es lo mismo, desea ser deseada y a su vez desea algo, eso que no sabe exactamente qué es ni por qué lo busca, quizás una vida más vertiginosa, más pasional, llena de adrenalina, pero en el fondo es evidente que desea amor y no sabe cómo conseguirlo, quiere querer y no sabe querer, suele suceder más de lo que pensamos debido a los miedos y nuestra visión distorsionada de la vida, solo es un camino que muchas otras personas llevan consigo y no se dan cuenta de que esa aptitud es en parte por la fuerza que le presta su familia, sus amistades, la suerte, y que sin esas ayudas caerían a un precipicio sin fondo, les pagan sus caprichos, sus especulaciones amorosas son una carga más para la familia que sufre en silencio y que gracias a Dios no saben de sus irresponsabilidades en acciones sexuales.
Creen que engañan y se engañan solas y sola se quedará si no le dice algún ángel caído del cielo, algo medianamente sensato. Su seguridad existe pero no cree en ella misma y desea que alguien comparta sus miedos o querer saciar su insatisfacción con alguien más desdichado que ella, su afición es el caos que viene de serie en el ADN o en cualquier parte del cerebro y cree que puede estar de paso por cualquier hogar.
Con los rasgos impertérritos y evasivos de un rehén, un ser caótico en su interior, desordenado y anónimo, al cual, (ella) necesita encontrar ese camino que llegue a buen puerto, que no es más que la madurez y con ella poder reírse de esas experiencias de vida anteriores en las cuales todo era como un juego y seguir, si perdía no pasaba nada porque podía jugar otra vez.
Lo malo es que un día las personas nos encontramos sin juego con el cual practicar y es entonces donde aparecen los fantasmas del pasado, todo aquello que sembró va siendo hora de que sea recogido y es cuando una voz en la mente aparece y dice, quédate con el primero que pase por la calle, entre otras cosas porque ya va siendo hora, quizás la biología propia de las mujeres de dejar de experimentar.
Suele resultar nefasto el escoger rápido y sin miramientos, hasta caótico para variar, consecuencia directa de la siembra del pasado y otra vez aparecen los fantasmas, una rutina insufrible, un estado equivocado en la vida, una ubicación no deseada y la asfixiante agonía de ser esclava de haber jugado con sentimientos propios y ajenos, y sobre todo de vivir en la mentira, en su propia mentira inventada por su mente, la cual ahora tiene capacidad de mentira real y solo queda seguir viviendo con alguien que apareció en su vida en un momento de debilidad.
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