13 de marzo, 2007

Esta serie televisiva de narración, intriga, ficción, investigaciones oscuras de crímenes horrendos y, en definitiva, como la denominan de cine negro y un misterio misterioso al cual tienen la obligación de resolver unos especialistas forenses, unos policías y unas policías muy inteligentes, aplicando la investigación científica punta en estas materias de asesinatos y de historias dramáticas, pues bien, a mi lo que de verdad me produce, (por el Niño Jesús), es un descojone bestial.

Sí, señoras y señores, es increíble ver y escuchar como hablan durante toda la película con una rapidez y una suficiencia fuera de lo común, como si un extraterrestre de mente muy superior a las nuestras les hubiera dejado sus conocimientos. Van hablando por un pasillo y a su vez toman un café el cual se derrama y, en ese momento, sin dejar de hablar del caso en cuestión, ven como el café les marca unas pautas para descubrir que el asesino no fue el típico corpulento negro de Arizona, sino más bien la abuelita de Nueva Orleans que fue a su retiro a un convento cerca de Boston, y que veraneaba en invierno en San Francisco. Pero al final del todo y después de estar hablando, de una forma más rápida que Fernando Alonso, de suposiciones e hipótesis con casi la total convicción de que la asesina era la abuelita, muy al final, era la sobrina sorda con los dientes mellados que se fue a estudiar de joven a Maine, y en sus ratos libres trabajaba en una hamburguesería, donde servía helados de menta con fresa y una flor encima del helado con una lucecita verde en la base (todas las pruebas son de gran valor). Y la abuelita y el negro fuerte acojonados toda la película debido a los interrogatorios supersónicos y resabiados de los intelectuales, ya sea en la rama de lo judicial, forense, instintivo, pálpito al corazón de alguna de esas mujeres y hombres sabelotodo.

Ahí está la clave del éxito de la serie, en la suma de las palabras, hipótesis, teorías, lengua muy larga, escotes ligeros y superinteligentes de ellas, el negro de la serie y su sabiduría sin igual, el jefe que en plan budista encuentra al malo en un jardín con peces amarillos y las muchas contradicciones, todo ello la hacen interesante, según se mire.

Yo me río, y mucho, al oírlos hablar delante de un cadáver con el estómago abierto de lado a lado y comentado uno a la otra, ¿dónde vas esta noche? Y la otra, muy inteligente, of course, según descifra un pelo del huevo derecho del cadáver, es capaz de quedar en la cervecería del casino más mafioso y, a su vez, decir y explicar que el pelo del huevo, o testículo del putrefacto cadáver, es la clave, porque ese día había comido en casa Melany y el jarrón del aceite contenía esta vez algún componente químico, de los que hablan con una rapidez y capacidad intelectual de otros mundos. Total para qué, si luego era jugo vaginal de una china que ejercía la prostitución y no tenía nada que ver en el asunto, porque se lo cargó la mafia del loto blanco de Las Vegas. Y ya se sabe que al final es la prima de la otra sordomuda, que tenía envidia a la mujer que vivía enfrente porque tenía un perrito lulú y hacia sus compras en Beverly Center.

Ahora eso sí, los forenses son tan buenos e inteligentes que cumplen con las medidas de higiene (carné de manipulador de muertos), se ponen los guantes de látex para tocar hígados, cerebros machacados, pulmones atravesados, mientras el policía le pregunta acerca del cadáver mirando con naturalidad las tripas fuera del asesinado, y el científico forense le ilustra, en menos de 20 segundos, de la situación del paciente. Qué policía más curioso y qué forense que sienta cátedra en segundos, cuando los médicos forenses en la vida real necesitan años de aprender y entender. El policía ya sabe todo, o casi todo. Pero ya lo se, tranquilos, es una película, lo se, es una película con unas imágenes de noche de Las Vegas conmovedoras y que a mi me atraen la paz.

Luego, en ratos distendidos, y como son oficios de una gran presión y responsabilidad, pues pasa lo que, irremediablemente y como no podía ser de otra manera, pasa, hacen el amor. Bueno, en realidad, estos y estas inteligentes no hacen el amor, solo follan, porque no pueden perder el tiempo en el amor, sería un paso atrás para su trabajo y un distraimiento en un mundo tan competitivo y de suma inteligencia, sería un error fatal.

Entonces saben que solo se trata de rebajar tensión para proseguir en su trabajo, es más lo utilizan para seguir buscando pistas. En el momento del orgasmo de ambos, cada cual ha tenido una visión, él ha visto, dice a ella, a un hombre debajo de un puente en Nueva Jersey que con un cuchillo perseguía a una señora, y ella le dice a él que ha visto a esa misma señora, tal cual la describió él antes, en Miami. Mientras se visten, a gran velocidad, no se sabe exactamente porqué, en el coche se preguntan el uno a la otra, ¿a dónde vamos? Y contesta ella, me apetece tomar unas tortitas con nata, y aparecen en un restaurante con miras a un mar, sin averiguar que relación tenía la visión de cada cual en el orgasmo, y pasan a la secuencia siguiente dejando de lado este recuerdo.

De lo que no se habían dado cuenta es de que dejaron, en su momento privado y de rebajar tensión, pistas para otros. Por ejemplo para el dueño del motel dejaron salpicaduras, pero no de un elemento químico proveniente de la parte segmentada de la antigua Republica Checa, sino solo salpicada. Qué guarros estos intelectuales de las averiguaciones más asombrosas con lenguaje perspicaz, inteligente y casi de un extraterrestre que huyó del planeta Tierra por ver a tanto listo.

¿DONDE ESTA BIN LADEN? Matarile rile rile, dónde está Bin Laden matarile rileron chimpón.