8 de abril, 2007
Me disponía a pasar un tiempo de reflexión en una ciudad de puerto en España, después de haber tenido tiempo para inspeccionar la zona, relajarme con las gentes del lugar que eran, son y serán muy tranquilas.
Un sábado (ese día por la noche, ya domingo, sacamos el gilipoyas que todos llevamos dentro), fui a hacer el recorrido que me pareció más interesante en sentido lúdico, primero un caserío, luego un pub con perdedores ingleses borrachos, más tarde un pub oscuro con chicas buscando su príncipe azul y, en definitiva, me quedé un largo rato en un pub, viendo como los camareros hacían los malabarismos habituales en zona de ocio y recreo, para servir un refresco con alcohol, eran buenos como camareros y me divertían.
Cuando ya me disponía a ir a mi hotel, se interpuso una chica con el pelo jamaicano y me propuso entrar a su discoteca. Era una relaciones públicas, nos caímos simpáticos, a pesar de que su imagen no me gustaba, pero me cayó bien su sonrisa pícara, con ideas de ocupa y, además, me invitó a los mejores chupitos que he probado en mi vida pero la faltaba amor. Sin darme cuenta, en mi cabeza sonaba mi propia música, iremos de pelea por toda la ciudad y luego nos iremos al bar, a beber, a beber (de tiempos mozos). Apareció de la nada un tipo con pantalones y camiseta de camarero, de esos que se unen a la fiesta después de una jornada laboral, se juntó a mí y charlamos, era gallego y pronto me fijé en sus tatuajes en los brazos y, sobre todo, en uno entre el dedo pulgar y el índice, esos tatuajes con ese dibujo solo los hacen en la cárcel. Me confirmó que era camarero y que se iría a trabajar directamente después la noche de juerga, me abrazó y nos caímos simpáticos (la noche de los gilipoyas no olvidar ). Lo curioso es que siempre que digo que soy de Madrid por las noches me abrazan, en fin, tendré que decir que soy de Teruel para promocionarlo.
El gallego quería una chica y estaba justo a 5 metros, inglesa y borracha, se acercaba y hacia lo que todas estas anglosajonas hacen, el ridículo, enseñando el pecho y bebiendo para luego vomitar. Le incité al gallego y le mostré como podía besarla, pues la inglesa tenía una amiga sentada y le dije que era fácil, porque no sabía ni decir hello de lo borracha que estaba. La besé sin más y volví a la barra. El gallego besó a la que bailaba y me dió la mano como si le hubiera salvado la vida. Las dos se fueron con otros dos listos, mientras nosotros brindábamos por una noche joven e interminable.
El hecho le emocionó mucho y empezó a invitarme a cerveza tras cerveza, más tarde a una discoteca con copas de ron con limón o a elegir. Si funcionó lo de antes, pensé que besando a una gordita canaria que estaba acosándome casi, seguiría la fiesta. Así fue, yo le indiqué la otra amiga y solo hablaron, mientras el gallego en cuestión me traía más bebida, hasta que me dijo que fuéramos a una discoteca de lujo con mujeres de edad madura. Perfecto, me pagó la entrada y seguía mi cabeza cantando (ya empiezo a sentir el alcohol en mi sangre y mi instinto agresivo comienza a aflorar).
Me tiraron una copa unos ricos, les reprimí su acción, y les sugerí que pagaran otra copa de su parte pues solo había bebido un trago. Se negaron y hubo una discusión fuerte. Curiosamente el más asustado era el gallego, el cual frenó mi impulso, irrefrenable, difícil de parar dadas las circunstancias que se daban esa noche.
Fuimos a la pista de baile y las mujeres maduras eran un asedio. El gallego me pidió 3 euros para comprar tabaco y, ya que me había pagado todas las bebidas de la noche no podía desconfiar de él, saqué un billete de 50 euros y se lo di para que la máquina se lo cambiara. No era ni la mitad de lo que se gastó en mí. No volvió. Rápido, fui a los que vigilan las puertas y les pregunté si habían visto salir a este tipo, me dijeron que sí. Parecía como si quisiera recuperar el dinero malgastado, o quizás le entró el mono y quiso darse un homenaje de heroína, pues entre copa y copa y, según me contaba un poco su vida, yo ya sabía que estaba con un delincuente de cuidado, por ese motivo me separó en mi disputa con los ricos, porque estaba en busca y captura.
Fui a denunciar al día siguiente los hechos a la Policía Nacional, exagerando un poquito la situación, solo quería saber donde podría encontrar a ese tipo. Me enseñaron unas fotos de reconocimiento y ahí estaba el pájaro de marras. Rápidamente vi movimiento en las oficinas y me dijeron que si podía ir con ellos a todos los lugares en los que estuve con él, ya sabía que con tanta rapidez no era un artesano del campo.
Yo esperaba fuera hasta que me indicaba la policía que contara lo ocurrido posteriormente, y notaba a los dueños de los establecimientos con una mirada de miedo o pálida y todos me decían lo siento.
Pregunté a los policías y después de estar en sus dependencias con un trato exquisito, me llamaron para entrar a una habitación, me esperaba el comisario, me dijo, enhorabuena chaval, quizás hayas podido nacer ayer, el tipo al cual denunciaste está en busca y captura, es de Galicia y está acusado de haber asesinado a 3 personas, dos en un banco y a una peluquera, y además tiene 2 homicidios pendientes, suele llevar armas de fuego y es frío y calculador.
Me dijeron que ya se encargarían ellos y que me volviera a Madrid, para evitar males mayores.
Esa noche no pude dormir, recordando cada paso que dimos, las cosas que me dijo y, sobre todo, su abrazo sincero, sus invitaciones, no entendía nada. En esa misma noche fui a recorrer, con ropa diferente y con mis propias defensas, los lugares, uno por uno, por donde estuvimos. Pregunté en todos los sitios, pensiones, personas que nos vieron juntos, no conseguí nada.
Todos coincidían en una cosa, me decían vuelve a Madrid y no te compliques, estas zonas hay que conocerlas muy bien, porque son muy engañosas y mucha gente huye de sus ciudades para esconderse aquí, no todo es turismo y diversión. Vi la otra cara, la trastienda de la noche para el extranjero.
Estaba hastiado de cansancio, tanto físico como mental y pensé en quedarme dos días más con una amiga a quien conté todo y me dijo, vete y vuelve en 2 semanas, pero vete mañana mismo, lo típico que te dice una mujer que te estima o siente cariño.
Pensé volver a Madrid en dos días, cuando íbamos caminando mi amiga y yo, de vez en cuando, preguntaba a algún camarero y ella se enfadaba, típico y normal para una mujer. Mi instinto, en plan de relax, me indicó un supermercado y encima de él un edificio grande y recordé que me dijo, el tipo de turno, que vivía encima de un supermercado. Con disimulo pregunté a mi amiga si había en toda la zona un supermercado con un edificio encima, me parecía bonito y extraño a su vez, me dijo que no. Mi adrenalina estaba por las nubes, ya estaba localizada la rata en uno de esos 13 pisos.
Despedí a mi amiga por la tarde y la misma noche comencé, sin llamar a la policía, (me fío más de mi justicia) a buscar al delincuente. Las posibilidades estudiadas eran que, de alguna forma, debía de salir del edificio, cosa la cual, estaba claro, que sabiendo que la policía le buscaba no saldría. También sabía de sobra que si me veía en la puerta de su casa no me regalaría bombones, más bien utilizaría un arma de fuego o un cuchillo ¿y de qué forma? En esos momentos claves es cuando congelo la sangre, pienso y medito como actuaría el otro, hasta que mi mente anote todos los datos y tenga una visión de cómo va actuar, me tomo un tiempo relajado sentado en un banco, trabajo que he practicado desde pequeño y casi siempre se me da bien el asunto en cuestión.
Una cosa estaba clara, nada de alcohol por mi parte, mucha cautela por mi espalda y lo típico, si sacas un arma es para utilizarla, nunca para asustar. Yo sabía mi estrategia, necesitaba la suya. Pasó cerca del banco donde estaba sentado un chico negro y, relajado, le pregunté alguna tontería, para más tarde, por instinto, preguntarle acerca del gallego, le conté la verdad. Para qué mentir, el chico negro era muy buena persona, joven, pero muy astuto.
Sin más nos dirigimos, como me dijo, al portero, para preguntar donde vivía el cobarde. El portero estaba de vacaciones y el nuevo no sabía nada, tenía alguna enfermedad mental. Se nos hacía de noche y eso iría en nuestra contra. El chico negro era parte de mi cuerpo y me calmaba, era analítico y razonaba muy bien, él se prestó a llamar puerta a puerta y yo me escondía un piso más abajo, si él decía, tengo un reloj barato, ERA EL, era la contraseña.
Piso tras piso, preguntaba a todos los vecinos, y se despedía con un, disculpe pensaba que vivía aquí. Nadie le conocía. Estábamos en el último piso y también recordé que dijo que tenía unas buenas vistas desde su casa, adrenalina 290%. Cuando ya me iba recordé también, vivo de puta madre, no me molesta nadie, ya estaba seguro, vivía en el ático. Avisé a mi compañero, le dije que temía por su vida, que ese tipo estaba metido en el ático, no era justo que le pasara nada malo al chico negro, pero él me tranquilizó a mi. Se lo repetí, pero quería hacer algo este ángel de la guarda por mí, tenía el alma pura, un corazón grande y era, y es, digno de esta vida.
Llamó y escuché la contraseña, le dijo que le podía enseñar más material en el patio de abajo. Tuve que bajar piso a piso a velocidad de vértigo por las escaleras, pues ellos bajaban por el ascensor. Volaban mis piernas. Llegué 3 segundos antes, o no sé, pero antes. No sabía si llevaría algún arma o no, pero en esos momentos amigo, NO SE DEBE DUDAR NI UN INSTANTE.
Le metí un gas antiviolador en los ojos enterito, gritaba como un poseso, desplegué una porra elástica y literalmente se la rompí en la cabeza, patadas por todo el cuerpo, le dije a mi compañero que estuviera en la puerta del patio que daba a la calle, para avisarme de algo extraño, algún amigo del mierda o la policía. Le toqué los bolsillos rápidamente y llevaba una navaja grande. La cogí, se la puse en el cuello y casi se la meto por la nuez, mientras le metía más patadas, puños con la otra mano en la cara, me manchó de sangre la camisa. Recordaba lo que hizo y me dieron ganas de meterle la navaja por el cuello, solo fue un rasguño fuerte. Estaba ciego e inmovilizado por el gas que se comieron sus ojos y solo quería tumbarse, así fue. Le dije a mi amigo que llamara a la policía y que dijera que el tío ese había tenido un ajuste de cuentas con alguien totalmente diferente a mí.
Cuando se presentó la policía me imagino que se sintieron aliviados por la detención del delincuente. Pasados 3 o 4 años, llamé a la comisaría, pidiendo información de mi denuncia y un comisario me dijo, cuando te pases por aquí no te olvides de traer una botella de vino. La que le metiste fue dura, pero dura, no sabía ni como se llamaba, ni se pudo levantar en una semana, pero no te preocupes y pásate a saludarnos. Más tarde tuvimos contactos telefónicos en Navidades o días típicos, y me informaban de que ya está a buen recaudo en una cárcel de España, cumpliendo sus 18 años de prisión el pájaro de cuentas.
NO LA HAGAS Y NO LA TEMAS, BUENO CON LOS BUENOS, MALO CON LOS MALOS.
Mis más sinceras gracias a mi amigo negro y a toda la policía que me atendió y que somos grandes amigos, hablando de persona a persona, sin el típico abuso de llevar un uniforme.
PROCURA NO EQUIVOCARTE DE PERSONA, Maquiavelo .
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