1 de febrero, 2007

Toda la historia trascurrió por la famosa ciudad de Praga, y más concretamente en las inmediaciones de la plaza de San Wenceslao.

Después de haber probado el pan, el vino y degustar el aroma de la ciudad, sólo me quedaba hacer lo de siempre.

Me dirigí hacia la famosa plaza en dirección hacia abajo para observar la noche a mi manera y fue entonces cuando la mirada de una joven cautivó mi admiración. Era morena y de ojos negros, lo cual era atípico, ya que en la R.Checa suelen ser rubias. Me acerqué hasta ella, empezamos a intentar comunicarnos y sin darme cuenta estábamos en un banco sentados y riéndonos de lo mal que nos entendíamos, pero al final sabíamos qué pasaría. Eso pensaba yo, el negociar con una puta a la baja es un arte, pero más arte es que la puta te lo quiera regalar, sea por simpático o por una atracción fatal, solo así y cuando ya quería dejarla para proseguir mi camino, me dió a entender que sería todo de forma natural y sin dinero de por medio, cosa rara, pero a veces suceden estas circunstancias, más frecuentes de lo que creemos.

Me agarró la mano con fuerza y noté que tenía miedo de algo y también de mí mismo, pues no me conocía, lógicamente, pero le atraía de alguna forma, quizás la cierta seguridad falsa en apariencia, o solo la simpatía del reír y reír. Me llevó hasta un edificio con un patio grande y abrió las puertas diversas, hasta llegar a una habitación con un fuerte color rojo, se sentó en la cama junto a mi y me abrazó con fuerza, necesitaba cariño al igual que yo. Allí estábamos los dos, nos quitamos la ropa y pasó lo que pasó. Entiendo que después de una cosa así, y en cualquier caso, debe el hombre estar al lado de la mujer en la cama e intentar abrazarla o escucharla, o en nuestro caso reír, y así lo hice, hasta que me levanté dispuesto a seguir mi camino y vi como algo se metía debajo de la cama.

Me propuse averiguar qué era lo que había debajo de la cama y cuando levanté el colchón, ¡DIOS MIO! estaba lleno de ratones, una rata, lagartos y un búho. El búho saltó con su vuelo hacia una parte alta y me quedé en un estado gélido, sin capacidad de reaccionar ante tal espectáculo. Miré a la chica y estaba con su ropa interior en otra cama, al lado, y la cabeza agachada llorando. Me puse serio pidiendo explicaciones mediante señales y gritos en español e inglés, no contestaba y sólo lloraba. El búho bajó al suelo para coger un ratón y comérselo. El búho, animal nocturno, que no sale a la luz del sol y que prefiere la oscuridad.

Se comprende que todo lo ocurrido estaba relacionado con la tristeza, melancolía, soledad y oscuridad, e incluso se podía relacionar todo ello con la misma muerte, en un mensaje nocturno. Estaba claro que era un augurio de que anunciaba toda clase de males para los presentes, y los ratones y la rata con claro simbolismo de asco y horror, consideradas en Europa como animales dañinos y malignos, se pueden asociar a la avaricia, el parasitismo, la miseria y a las actividades nocturnas de carácter clandestino. Me parecían emblemas de todo lo que ocurría en mi vida, como un malestar interior, desasosiego y todo lo que me ROE en mi más profundo psiquismo, como acciones cometidas que me avergüenzan cuando he podido realizarlas durante la vigilia. La rata me trasmitía vértigo y asco, a la vez un erotismo del que me avergonzaba por morboso y sucio.

En este marco de tenebrosidad me encontraba confuso y casi delirando, tenía que salir o quizás morir, también debía entender rápidamente los objetos y animales que se presentaban alrededor de mi persona, pues eso me indicaba mi mente y mi corazón, saber interpretar lo más veloz las cosas para poder salir airoso de tan esperpéntico lugar. Miré a la joven de ojos negros y cada vez sentía mas impotencia, ella se sentía inútil para poder hacer algo y creo que solo esperaba la muerte de una forma u otra, no quería luchar, pero yo sí. Me fijé en la cama en la que estaba sentada y era lúgubre, oscura y en mal estado, pensé que habría habido alguien enfermo en esa cama y que me transmitía sensación de enfermedad y peligro inminente. La cama, en la tradición cristiana representa un lugar de descanso y también simboliza al cuerpo, a un cuerpo de pecado en este caso, restableciéndose por la purificación.

Mientras tanto se empezaron a oír gritos de algarabía y nos llamaban a la puerta para que saliéramos, eran otras prostitutas que, a buen seguro, querían utilizar la habitación y a su vez con cánticos para mi extraños, cánticos para disimular la gran pena que les llenaba su corazón. Tuve que abrir la puerta y empezaron a tocarme la cara, pero les indiqué lo que había debajo del colchón y no dieron mucha importancia, les parecía normal. Sin darme cuenta estaba en la habitación con más de seis personas y yo quería salir de ella, pero con la chica, aunque la joven, de buen corazón y muchas penurias en su alma, quería quedarse allí dentro. Tuve que salir yo solo, pero me encontré entre pasadizos y con diversas escaleras, alguna de caracol, para mí era un emblema de la progresión del saber hacia el conocimiento espiritual, pues una llegaba hasta el mismo suelo y otra hasta el mismo sótano o subsuelo, lo cual me reflejaba el conocimiento de lo oculto, el inconsciente. En cualquier caso me debía decidir entre la escalera fija, con peldaños independientes, lo que significaría dificultades continuas y duraderas en mi singladura o la escalera de caracol, que fue por la que opté y que me mostró cómo me hallaba en un círculo vicioso y estaba invirtiendo mi tiempo y energía en algo que no merecía la pena o que no tenía salida positiva. Algo me decía que debía de subir y no bajar, paradójicamente, si quería conseguir salir bien parado de tan terrible aventura.

Así fue, subí con fuerza, y pensaba a su vez en la, para mi princesa, chica de ojos negros y cabello liso con olor a perfume. Habíamos hecho el amor o sexo y no podía dejarla allí, para mí es sagrado que una persona haya dado algo tan suyo e interior a un desconocido como yo, porque la unión sexual, en cierto modo, es la búsqueda de la fusión y la unidad, y a su vez de apaciguamiento de la tensión interna. Pero el hecho de que todo transcurriera en un ambiente de prostitución y con personas que se dedicaban a ello y yo mismo, me estaba indicando claramente que estaba metido en un ambiente totalmente dañino y perjudicial para mi alma, espíritu y cuerpo y que me estaba apartando de las normas morales o legales que siempre me rigieron, y el mismo inconsciente me avisaba de que debía regresar a mis verdaderos orígenes, pues llevaba una vida que me conduciría hacia la muerte, o peor aun, hacia la nada.

Sin darme cuenta otra vez estaba en la misma habitación y esta vez agarré del brazo a mi princesa de la noche y, medio vestida y cogidos de la mano, salimos por la parte trasera del edificio oscuro y extraño. La joven me abrazó y me besó muy fuerte, la intenté explicar que nunca más volviese a ese mundo y menos a esas habitaciones. Nos quedamos en la plaza de San Wenceslao mirándonos a los ojos sin hablar y fue cuando más nos entendimos. Jamás podré olvidar esa mirada y esa mano que me tendió para ayudarla y que nunca pude hacer nada más, solo pagar a un taxi para que volviera a su casa verdadera y yo a mi hotel, con lágrimas en los ojos mutuamente, de diferentes ojos y de un mismo alma y espíritu, marcado por esa soledad, tristeza y desasosiego que invadía la oscuridad de la plaza a esa hora.

Al día siguiente fui cerca del lugar donde estaba el edificio extraño y pregunté a una señora que estaba limpiando el patio, nos entendíamos en inglés, y medio en broma y medio en serio, hice mención acerca de los animales que vi la noche anterior y me contestó que al portero de noche del edificio le gustaba tener aves rapaces y, consecuentemente, entendí que compraría ratones y lagartijas para su bonito hobby, y que toda esta fauna se esparciría por las habitaciones. La verdad es que me quedé más tranquilo al ver a la mujer reír, ya que sabía que si pregunté por ello no sería el único, o solamente le haría gracia que fuera un golfo más de la noche con cara de pícaro.

Puede que todo esto haya sido un sueño, pero creo que quizás no.